viernes, 22 de julio de 2011

Mariana Fabbiani en Revista Las Rosas!

POR JAZMÍN DE GRAZIA 
FOTOS: MARIANO MICHKIN
La gente que trabaja en “la caja boba” es tácitamente  sospechosa ante su propio público. Se suele escuchar en reiteradas ocasiones: “¿Es así, como se la ve en la tele?”. Destruyamos el mito… No, sería imposible que transiten su vida como si tuviesen una cámara persecutoria, resultaría totalmente agotador. Sin embargo, la energía del comunicador, que llega a sentir el que mira, lo puede acercar  bastante a la realidad del famoso. En este caso el instinto no falla: la chica de la eterna sonrisa, Mariana Fabianni, se ríe mucho, genuinamente y en volumen alto.

¿En qué aspecto te repercutió ganar tu segundo Martín Fierro?

No lo esperaba, me encantó ganarlo, había mucho lío con esa terna, era muy grande, participaban Susana y Mirtha y yo estaba segura que iba para alguna de ellas.
 
¿A nivel personal y laboral que significa? 

A uno le hace bien, la aprobación es un masaje al ego, te da gusto que el resto reconozca tu trabajo. La primera vez que lo gané sentí un cambio, sobre todo a nivel laboral cambió la mirada del medio para con mi persona,  coincidió  con muchas cosas que me estaban pasando a nivel personal. Todo tiene que ver con todo, los premios no aseguran la continuidad de tu trabajo, ni aseguran tu éxito laboral, pero te hacen sentir bien.
En general los artistas tienen cierto temor por la continuidad de su trabajo, el medio es bastante fluctuante…¿Tenés esa angustia? 
La verdad es que nunca tuve miedo que me falte laburo,  eso me ayudo a elegir mejor, a no estar desesperada y agarrar cualquier proyecto por las dudas. Siempre decidí los trabajos desde un lugar muy honesto, eso me ayudó en mi carrera. En este medio hay ciclos, pero hay que saber aprovechar esos momentos de parate y hacer cosas que te sirvan, cultiven y gusten.  Igual, la ansiedad que produce “el aire” en televisión es difícil de manejar.

Parecería que si no estás en la tele despareciste… 

Es verdad que la gente se olvida, pero si tu problema es ese, es que te equivocaste de trabajo. El aire es muy adictivo.

Dentro de la conducción, ¿Pensaste en hacer otro tipo de programa, con otro contenido?
Tuve momentos en los que  sí, pero a mi me gusta el humor, me siento mucho más libre y es consecuente conmigo misma, cada uno es bueno para algo. Me gusta llevar alegría, siento que es más mi estilo, de todas formas si tenés oficio podés hacer cualquier tipo de programa.

Dijiste que no te gusta mucho hacer notas…
La verdad es que mucho no, me da pudor, parecería que estas obligada a tener todo claro, uno va cambiando y variando en sus pensamientos. No me gustaría “mantener el archivo”, es involutivo no cambiar. 

Es un poco contradictorio, tu trabajo también depende de la prensa y la gente pretende saber de vos…
Esa es la parte del trabajo que más sufro, y al mismo tiempo creo que me diferencia. Tengo una vida bastante normal, no me expongo por demás, me aburre estar todo el tiempo en la vidriera. Ya tengo mis dos horas de protagonismo absoluto donde la cámara es mía y el micrófono también, me alcanza con eso. Hablar de mí me pone más tímida, soy mas reservada. Me pasa en mi vida privada, no me gusta que me indaguen, no me gusta sentirme juzgada.


¿Al aire tenés un personaje armado que se prende al ritmo de la cámara?
Creo que es una faceta mía, no un personaje; es la mejor parte, la más alegre. Puedo estar muy mal por algún problema, pero empiezo el programa y me cambia el humor, realmente estoy bien.

Sos consciente que tu imagen esta relacionada a la alegría. ¿Alguna vez lo viviste como una tortura  tener que sonreír?
Lo es cuando no estás pasando un buen momento. De todas formas tengo el oficio suficiente como para  ir al programa y cambiar eso, cuido a mi equipo de laburo y al público. Hago un clic y arranco.

¿En tu vida sos igual?
A veces  uno se acostumbra a ese funcionamiento y lo aplica a su vida, eso no es bueno porque hay que saber transitar las cosas feas, si estoy mal trato de entregarme a ese sentimiento o a cualquier otro que esté viviendo.

Dijiste no ser complaciente con vos misma…
Soy muy autoexigente, también aprendí a controlar eso, pero de todas formas soy perfeccionista.

¿Cuánto te cuesta perdonarte un error?
Bastante, una noche de insomnio seguro, trato de no cruzar ese límite.

¿Qué cosa puntual te puede causar un desvelo?
Hacer algo que va en contra de lo que pienso o siento, si no soy fiel a mi misma y me dejo llevar por lo que alguien me dice y me equivoco, es un desastre.Soy muy culposa.

¿Podríamos decir que sos tu propio Torquemada?

(Carcajada) Lo era, ahora soy mas buena conmigo, en un momento me di cuenta que me sentía muy exigida por mis propios parámetros, me quejaba de las cosas que yo misma me imponía.
¿Te quejabas de tus propias presiones?
Si, es morderte la cola, te perseguís con tu exigencia y finalmente te preguntas:“¿Contra que estas compitiendo, a que  rector le tenés que brindar tantas explicaciones?”  Y en ese momento te percatás que esa molesta sensación de opresión  la elaboraste vos  y esa misma  te ahoga…  Hay que intentar no ser tu propio tirano.

¿Cómo te pegó la maternidad? 
Me ayudó mucho, no sos más la protagonista, hay una persona mucho más importante que depende de vos, por lo cual te tenés que cuidar.

¿En algún momento del embarazo te sentiste ajena a lo que conocías sobre vos?
Siempre fui muy activa, soy de las personas que nunca paran y que siempre se convencen que pueden dar un poco más. El embarazo me develó que no tengo la autoridad total sobre mí. El cuerpo y la cabeza me hicieron parar, te marca un límite que es imposible traspasar. Consecuentemente con mi personalidad esto me llamó la atención, lo tuve que procesar y admitir que a veces no se puede. Es muy madurativo.

¿Te analizás?
Sí, hace más de 10 años, me encanta ir, soy muy enroscada y analítica. Me gusta ser observadora y entender las cosas que pasan. No siento que lo necesite, me es placentero,  esa hora, es mi momento mas egoísta.

En un auto reportaje que realizaste; te preguntaste: ¿“De que te reís tanto?” Sorpresivamente la respuesta fue: “De vos”. Siendo tan exigente, ¿Te permitís tomarte con humor?
Sí, el humor me salva de todo, suaviza mis falencias, ahí puedo ser mas indulgente. Me gusta mirar la vida desde un lugar del absurdo y el humor. En la tele no es lo que más muestro porque soy muy respetuosa, pero a veces durante el programa  me imagino: “Si alguien supiese lo que estoy pensando…” Quizá algún día lo diga. Muchas veces me miro y realmente me pregunto… “¿De qué se ríe?” La gente también  lo debe pensar.

¿Cuál es tu miedo más profundo y constante? 
Perderme momentos, ahora con Matilda me pasa mucho eso, no me quiero perder etapas, a veces la ansiedad no te deja estar en el aquí y ahora. Siempre tuve la necesidad de registrar las situaciones, quizá a través de una foto o un video. Es inconsciente, pero algo significa; no me gustaría llegar a vieja y  no saber lo que hice con mi vida  por no haber “transitado” cada momento.

Asumiste que todos “hacíamos un rato de nosotros mismos”. Entonces… ¿Quién es Mariana?
Es que no somos sólo de una forma, tenemos muchas aristas.

¿Cuál es tu alter ego?

Soy extremadamente sensible a la gente y situaciones. En mi trabajo soy política, no así en mi vida, me considero bastante radical y extremista en las formas de pensar y sentir. No tengo termino medio. O quiero mucho o no quiero nada.


Esa alegría que transmitís, ¿Cuánto se aplica en tu vida?
Mucho, soy naturalmente así, en oposición también soy muy tanguera, me gusta mucho el drama, escuchar tangos, boleros… Quizá uno también canaliza por ahí….

De repente Mariana cambia voluntariamente de papel, se convierte en entrevistador propio y se pregunta en voz alta…“¿Qué  pasa con la imagen que uno tiene de sí y con la que proyecta para los demás?”. Dialoga consigo misma (Pareciera que nunca se lo había preguntado, indistintamente, decide compartirlo) y responde: “Eso es un problema, porque hay una imagen desfasada sobre uno y cuando finalmente lográs unir estas dos facetas es cuando se ve la realidad”.

¿Alguien llegó a ver esa verdad sobre vos?

Hay gente que sí y otras que no. Trabajando soy bastante real, me permito ser parecida a lo que soy y no tener que esforzarme en simular nada. Llegué al punto de poder asumir que “esto es lo que hay”, a algunos les gustará y a otros no. Está buena la aceptación personal, me sirvió para relajarme más. En ese momento es cuando una persona se vuelve más interesante. No hay simulacro, muestra sus huesos, es positivo saber como es uno, ayuda.

¿En tu  trabajo tenés la presión de cada día sumar un adepto más?
No, no se puede estar pendiente de agradar. Me gusta ser fiel a mí misma y laburar coherente a eso, ojala siempre haya gente que le guste eso, pero si dependés de la aprobación total te volvés loca. Además no se puede engañar al público, la gente sabe y se nota si falseas las cosas.

También sería embargar tu persona por tu trabajo…

Si,  no podría simularme una vida o personalidad, tendría que hacer otro laburo.

¿De qué tema no hablarías jamás en una nota?
De algo que afecte a un tercero, no expondría a nadie.

¿Qué cosa no dirías jamás en una nota? 

Esa es fácil… “No te lo voy a decir”.

La sincera carcajada de Mariana por el chiste final, compite ruidosamente con el llamado del productor, el programa está por empezar y por ese día no fue necesario activar un “click”.


FUENTE: LAS ROSAS ONLINE

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